Felices Pascuas de Resurrección

Felices Pascuas de Resurrección

sábado, 29 de diciembre de 2012



Reflexión dominical 30.12.12

LA SAGRADA FAMILIA

En nuestro comentario de hoy vamos a seguir algunas de las reflexiones de Benedicto XVI en “La infancia de Jesús”.
El Evangelio que corresponde al ciclo C nos presenta a Jesús en el templo a los doce años.
Cuenta san Lucas que “los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua”.
Esto nos indica que la “familia de Jesús era piadosa y observaba la ley”.
En efecto, la ley de Moisés (la Torá) pedía que todo israelita se presentara en el templo tres veces al año: pascua, la fiesta de las semanas  y la fiesta de las tiendas.
Para los niños la obligación comenzaba al cumplir trece años. Sin embargo, las normas pedían que se fueran acostumbrando, poco a poco a cumplir los mandamientos, lo cual explica que Jesús fuera  en peregrinación a los doce años.
Pues bien. Jesús,  al cumplir los doce años, va con sus padres pero no regresa con ellos sino que se queda en el templo durante tres días.
Esto no supone descuido por parte de sus padres sino más bien indica que dejaban al hijo decidir libremente el ir con los de su edad y sus amigos durante el camino. Por la noche, sin embargo, se juntaban con sus padres.
Este permanecer Jesús tres días en el templo lo relaciona Benedicto XVI con los tres días entre la cruz y la resurrección dejando ver cómo toda la vida de Jesucristo va en una misma dirección redentora.
Esto constituirá para María uno de los momentos de sufrimiento profetizados por el anciano Simeón, como la espada que traspasaría su alma.
Cuando María angustiada le pregunta a Jesús “hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados”, la respuesta de Jesús indica que lo que ha hecho es simplemente cumplir el plan de su Padre verdadero que es Dios.
Benedicto XVI nos presenta así la respuesta de Jesús: “estoy precisamente donde está mi puesto, con el Padre, en su casa”.
Dos aspectos resalta el Papa en esta respuesta. Jesús corrige la frase de María dejando de lado a san José y advirtiendo “yo estoy en el Padre”. Por tanto, mi padre no es José sino Dios mismo.
Por otra parte, Jesús habla de un deber al que se atiene el como hijo. El niño debe estar con el padre.
Él no está en el templo por rebeldía  para con sus padres (como pretenden algunos) sino justamente como quien obedece, con la misma obediencia que le llevará a la cruz y a la resurrección.
De esta manera tenemos en la Sagrada Familia, María, José y Jesús, grandes modelos para nuestras familias cristianas.
El padre, José, hombre serio, aceptando siempre con humildad y fe el plan que Dios le había trazado al pedirle que fuera padre adoptivo de Jesús.
La Madre, María, desahogando así su corazón pero aceptando y meditando siempre con fe.
Por dos veces en el mismo capítulo Lucas nos dice que “María guardaba estas cosas meditándolas en su corazón”.
Y Jesús, viviendo el plan que su Padre Dios  le había trazado, por una parte como Dios y Redentor, y por otra  como un niño más: “bajó con ellos  a Nazaret y siguió bajo su autoridad… y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres”.
En la primera lectura de hoy la Iglesia nos habla de la familia de Ana y Elcaná que tuvieron milagrosamente un hijo, el gran profeta Samuel, y que lo presentaron al sacerdote Elí para que sirviera en el templo de Dios.
Se trata, por tanto, de una familia muy religiosa que nos sirve de modelo también en este domingo de la Sagrada Familia.
Por su parte, san Juan, en la carta primera, nos hace ver que nosotros pertenecemos también a la gran familia de los hijos de Dios. Ése es el regalo que nos ha hecho el amor del Padre para “llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!”.
Que hermosos ejemplos tenemos en el día de la Sagrada Familia para vivir la verdadera piedad: el hogar de Ana, el hogar de Nazaret y el hogar trinitario en el que la misericordia de Dios nos ha hecho penetrar como verdaderos hijos.
Así podremos aprender qué grande es el hogar cristiano y cómo debemos vivir en él, hoy más que nunca, cuando la sociedad busca de tantas formas destruir no sólo la familia cristiana sino toda familia.
El martes, octava de Navidad, primer día del año, la Iglesia celebra la solemnidad de Santa María Madre de Dios.
Que Ella fortalezca nuestros hogares para que en ellos haya siempre fidelidad, amor y la felicidad por la que siempre suspiramos.
Que Ella nos  traiga también a todos, amigos lectores, un año nuevo lleno de paz, recordando el mensaje del Papa para este día: “bienaventurados los que busca la paz”.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

sábado, 15 de diciembre de 2012



Reflexión dominical 16.12.12

SOMOS TESTIGOS DE LA LUZ

“El Mesías ha llegado. Está en medio de ustedes. Pero no lo conocen”.
                                                                                                                                        Firmado: Juan
Posiblemente ni lo dijo así ni tenía dónde firmar. Pero ése es el mensaje de Juan en el Evangelio para el Adviento.
En el pueblo de Israel, todos esperaban al Mesías. Y, a través de los siglos, aparecieron algunos pseudomesías que desaparecían con su propio engaño.
Un día, sin embargo, apareció un hombre santo que llamaba la atención de todos.
Vestido de sacrifico y penitencia. Hablaba.
Hablaba y su voz era como un trueno que pedía penitencia. Pero también era como una luz que arrastraba a la gente hacia el Jordán, como nuestros pobres focos atraen las mariposas de noche.
Los cuatro evangelistas nos hablan de él y hoy los entrelazaremos para resaltar su presencia en Adviento.
San Juan evangelista nos lo presenta de esta manera:
“Hubo un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan. Éste venía como testigo para dar testimonio de la luz. Para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz, sino testigo de la luz”.
Juan Bautista es un hombre maravilloso, gran apóstol,  ejemplo para todos los apóstoles.
La Iglesia lo presenta hoy como el gran mensajero que prepara los caminos del Señor.
Él tuvo la oportunidad de pasar como Mesías. La gente lo creía así e incluso los hombres espirituales del pueblo de Israel le enviaron mensajeros para preguntarle:
“¿Eres tú el Mesías?”
Su respuesta fue contundente: Ni el Mesías, ni Elías, ni un profeta.
Él se presenta simplemente como una voz:
“Yo soy la voz que grita en el desierto: allanad el camino del Señor”.
No hay humildad más grande que la de una voz porque necesariamente tiene que limitarse a decir las palabras exactas que le salen de la mente al que habla.
Y Juan da consejos de conversión a todos. La gente pregunta: ¿qué hacemos? Y él:
-          “Compartan lo que tengan: la túnica, la comida…”
A los publicanos:
-          “No exijan más de lo establecido”.
A los militares:
-          “No se aprovechen de nadie y conténtense con la paga…”
Y ahora nosotros nos preguntamos:
¿Por qué bautizaba Juan? Y él nos dice:
 “Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia”.
La Iglesia en la liturgia de hoy se llena de alegría pensando en el Mesías redentor:
Con Sofonías nos dice:
 “Regocíjate, hija de Sión. Grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén”.
Es la alegría de este tercer domingo. Pero aún hay algo mucho más bello:
“El Señor está en medio de ti… Él se goza y se complace por ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta”.
Repiensa, amigo: Dios se goza en ti… como en Juan, como en María, y todo lo debemos a Jesús!!
San Pablo, a su vez, en este tercer domingo de adviento en que la Iglesia resalta la alegría y quiere que todos la vivamos hoy de una manera muy especial, nos pide:
“Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres… El Señor está cerca: Nada os preocupe”.
Si Dios, Cristo, el Reino; está dentro de nosotros. Por eso repetimos con el versículo aleluyático:
“El Espíritu del Señor está sobre mí…”
Gozosos repitamos una vez más con el salmo responsorial:
“Gritad jubilosos: qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.
El Señor es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré…”
Sí, entre nosotros y dentro de nosotros está Dios.
Finalmente, recuerda bien en este domingo: A ti, como a Juan, se te dice que “irás a preparar los caminos del Señor”. Pero ten siempre presente que tú, como el Precursor, debes saber que no eres la luz sino testigo de la luz.
Que a ti la luz de la fe te viene de Cristo y que es esa fe en Cristo la que tienes que transmitir sin vanidades, con valentía y generosidad.
Recuerda siempre: ¡Soy testigo gozoso de la luz!

José Ignacio Alemany Grau, obispo

miércoles, 12 de diciembre de 2012



Nuestra Madre María de Guadalupe guarda en su imagen un sinnúmero de secretos
  • Estudios oftalmológicos realizados a los Ojos de la Virgen de Guadalupe  han detectado que al acercarles luz, la retina se contrae y al retirar la luz, se vuelve a dilatar, exactamente como ocurre en un ojo vivo
  • En 1929, Alfonso Marcué, quien era el fotógrafo oficial de la antigua Basílica de Guadalupe en la ciudad de México, descubrió lo que parecía una clara imagen de un hombre con barba reflejada en el ojo derecho de la Virgen?  Al principio no podía dar crédito a lo que estaba viendo: cómo podía ser?, Un hombre con barba dentro de los ojos de la Virgen de Guadalupe?. Pero luego de varias inspecciones de sus fotografías en blanco y negro de la imagen ya no tuvo más dudas y decidió que era tiempo de informar a las autoridades de la Basílica. Así lo hizo, y le fue indicado por estas que se guardara completo silencio sobre el descubrimiento, lo que Marcué cumplió al pie de la letra
  • 20 años después, el 29 de mayo de 1951, el dibujante mexicano José Carlos Salinas Chávez, luego de examinar una buena fotografía de la cara de la imagen de la Virgen de Guadalupe, redescubre la imagen de lo que parece ser un busto humano reflejado en el ojo derecho de la Virgen, y luego también en el ojo izquierdo. Inclusive parece aún reflejar en sus ojos lo que tenía frente a ella en 1531
  • El mensaje universal de compasión y amor, y su promesa de ayuda y protección para toda la humanidad, se encuentra relatado en el "Nican Mopohua", documento escrito en el siglo 16 en el lenguaje nativo, Náhuatl.
  • Hay razones para creer que en el cerro Tepeyac María vino en su cuerpo glorificado, siendo sus manos físicas las que acomodaron las rosas en la tilma de Juan Diego, lo que hace a esta aparición muy especial
  • Una increíble lista de milagros, curas e intervenciones se le atribuyen a la Virgen de Guadalupe. Se estima que cada año más de 14 millones visitan su Basílica, haciendo de su casa en la ciudad de México el Santuario Mariano más popular, al igual que el santuario católico más visitado del mundo
  • En total 25 Papas han honrado en alguna forma oficial a Nuestra Señora de Guadalupe. Su Santidad Juan Pablo II visitó su Basílica en cuatro oportunidades: en su primer viaje al extranjero como Papa en 1979 y nuevamente en 1990, 1999 y 2002
  • En 1999, su santidad Juan Pablo II, en su homilía durante la Misa Solemne en la Basílica de Guadalupe durante su tercera visita al santuario, declaró la fecha del 12 de Diciembre con el rango litúrgico de Fiesta para todo el continente de las Américas
  • Durante la misma visita el Papa Juan Pablo II confió la causa de la vida a su protección, y encomendó a su cuidado maternal las vidas inocentes de los niños, especialmente aquellos que se encuentran en peligro de no nacer

sábado, 8 de diciembre de 2012


FELIZ DÍA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Con la Inmaculada Concepción de María comenzó la gran obra de la Redención, que tuvo lugar con la Pascua de Cristo. “En Él toda persona está llamada a realizarse a plenitud hasta la perfección de la santidad”. (SS. Juan Pablo II)
El dogma de la Inmaculada Concepción, también conocido como la Purísima Concepción, se refiere a que  la madre de Jesús, a diferencia de todos los demás seres humanos, no fue alcanzada por el pecado original , sino que, desde el primer instante de su concepción, estuvo libre de todo pecado . Jesús fue concebido sin intervención de varón y María permaneció virgen virgen antes, durante y después del embarazo. Cada 08 de diciembre celebramos a la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Hoy también es un día muy especial para miles de niños que aguardan con ansias recibir su primera Comunión, el día del encuentro con Cristo Eucaristía

domingo, 15 de abril de 2012


TIEMPO DE PASCUA – DOMINGO II – CICLO – B
DE LA DIVINA MISERICORDIA
La resurrección, vivida sinceramente, nos transforma, haciendo de nuestras Comunidades ambientes de Paz, Perdón y solidaridad real.
Hch. 4, 32-35:  "La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios... Los apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor... Ninguno padecía necesidad, porque los que poseían tierras o casas las vendían y ponían el dinero a disposición de los apóstoles, para que se distribuyera a cada uno según sus necesidades".
Salmo 117:       "¡Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su Amor!"
1Jn. 5, 1-6:        "El que cree que Jesús es el Cristo, ha nacido de Dios; y el que ama al Padre, ama también al que ha nacido de Él. La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos... el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y la victoria... es nuestra Fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Jesucristo vino por el agua y por la sangre... Y el Espíritu da testimonio, porque... es la verdad".
Jn. 20, 19-31:    "Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos estaban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Llegó Jesús y, poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La Paz esté con Uds.!»... les mostró sus manos y su costado... les dijo de nuevo: «La paz esté con Uds.! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a Uds.»... sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados les quedan perdonados a los que Uds. se los perdonen, y serán retenidos a los que Uds. se los retengan». Tomás... no estaba con ellos... le dijeron: «¡Hemos visto al Señor». Él respondió: «Si no veo... no creeré» Ocho días más tarde... apareció Jesús... dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo... Acerca tu mano... En adelante no seas incrédulo, sino hombre de Fe». Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: «...¡Felices los que creen sin haber visto»... Éstos [signos] han sido escritos para que Uds. crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y, creyendo, tengan vida en su nombre".
Nunca será fácil convertirse, pero Dios lo hace posible. La Comunidad nacida de la resurrección de Jesús es fruto de la transformación que Dios obra en los que se fían de Él.
Las decisiones de la persona nacen del corazón e implican toda el alma, es decir, todas sus energías. Las palabras ‘corazón’ y ‘alma’ que aparecen en el primer texto de hoy tienen significado simbólico, no físico ni moral.
Dios actúa en el Amor, y quien le recibe en la Fe –que es el único modo de aceptar a Dios– vive en esta dinámica, esencialmente solidaria. El primer bien que debo dar a mi hermano es obedecer lo que Dios me pide y compartir los bienes recibidos del Dios de Salvación.

Después de la resurrección, el único cuerpo de Cristo que se puede ver es su Comunidad de Fe

Los pecados que llevan a la destrucción de la sociedad son la codicia y la soberbia, que son correlativas, se corresponden, marcándose más o menos una de las dos tendencias. La Comunidad de los discípulos de Jesús da testimonio de Él superando, constantemente, ambas con su solidaridad y su servicio al bien y a la verdad, como Jesús le enseñó con su vida.
Signo de la resurrección es atender las urgencias del bien verdadero de los hermanos.

En la Comunidad sólo la Fe en el Señor Jesús resucitado lleva al testimonio del Amor al otro

No siempre es fácil ver cuál es el bien real de los hermanos: para guiarnos están los mandamientos y la Palabra de Dios, ellos nos orientan y aclaran los criterios de una vida de Fe.
Confesar a Jesús supone seguir sus criterios y éstos nos llevan a vivir como hijos de Dios.
El Espíritu de Jesús nos anima a construir en su Amor una Comunidad abierta y servicial.
Jesús resucitado se aparece a los apóstoles y les da los dones de la Pascua: la Paz y el Espíritu
La Fe es un don que Dios entrega a todos los que quieren ‘ver’ como Jesús, pero hay que pedirlo, pues ello significa reconocer nuestra necesidad y nuestra pobreza. Tomás se abrió.
Con la Fe podemos recibir la Paz del Resucitado y su Espíritu que nos lleva al perdón.
Por la Fe aceptamos vivir la Misión de ser testigos, como Jesús, del Amor del Dios-Vida.
En la Fe somos capaces de ver a Jesús en todos los necesitados que siempre nos rodean.
Pidamos a María creer como ella y construir nuestra Comunidad alimentando nuestra Fe.

domingo, 8 de abril de 2012


Reflexión dominical (08.04.12)

NUESTRA ALEGRÍA PASCUAL: JESÚS RESUCITADO

Vamos a darnos un paseo a través de la liturgia de la Vigilia y del primer domingo de Pascua:
“Concédenos, Señor, que la celebración de estas fiestas pascuales encienda en nosotros deseos tan santos que podamos llegar con corazón limpio a las fiestas de la luz eterna”.
Con una vela encendida, signo de la fe que tú tienes, has escuchado este pregón:
“Exulten por fin los coros de los ángeles por la victoria de Rey tan poderoso.
Goce también la tierra, inundada de tanta claridad y que, radiante con el fulgor del Rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero.
Alégrese también nuestra Madre la Iglesia revestida de luz tan brillante”.
¿Cuál fue el motivo de tanto gozo, antes de amanecer el primer día de la semana que desde la resurrección de Jesús se llamó “domingo”, es decir, “día del Señor”?
“Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana  al salir el sol, fueron al sepulcro pensando ¿quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?
Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida, a pesar de que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco.
Les dijo: “No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron”.
María Magdalena se escapó corriendo para dar la noticia a los apóstoles: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”.
Juan y Pedro, salieron, corriendo también, al sepulcro y encontraron las vendas en el suelo y el sudario, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.
Juan llegó, entró, vio y creyó. Fue el primero en dar el sí a la resurrección de Cristo, aún antes de verlo resucitado.
San Pablo nos pide a quienes creemos que la resurrección de Jesús es la certeza de nuestra propia resurrección, una actitud comprometida:
“Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra”.
Hemos de trabajar en este mundo cumpliendo el deber que Dios nos ha dejado: completar la obra de la creación, glorificando con ello a Dios. El don de Dios en el Resucitado es maravilloso. Es una invitación a la esperanza del cielo, pero debemos vivir aquí hasta que Él nos llame, con el corazón en el cielo donde está Cristo, nuestro Señor y Redentor, recordando que  “hemos muerto y nuestra vida está con Cristo escondida en Dios”.
“Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también nosotros apareceremos, juntamente con Él, en gloria”.
Nuestra Madre, la Iglesia, en estos solemnes días de Pascua nos invita, de diversas formas, a glorificar y agradecer al Señor, que no sólo dio la vida por nosotros, sino que además resucitó y su resurrección es la certeza de nuestra propia glorificación y la seguridad de que un día estaremos con Él para siempre:
“Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la víctima propicia de la Pascua”.
Sí. Ofrezcamos lo mejor de nosotros mismos y pidamos:  
“Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa”.
Esta Pascua en que revivimos con fe y con alegría la resurrección, no sólo el domingo sino toda una semana, vivámosla como nos enseña San Pablo:
“Celebremos la pascua no con levadura vieja de corrupción y pecado sino con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad”.
Esto dará un rumbo nuevo a nuestra vida y nos ayudará a parecernos a Cristo, que ha resucitado para darnos vida eterna.
Repitamos con nuestro salmo responsorial:
“¡Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo!”
Por eso no nos queda más que cantar con el gozo de la liturgia:
“Demos gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia: No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor”.
La obra del Padre es maravillosa. “Es un milagro patente: la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular”.
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!

José Ignacio Alemany Grau, obispo

sábado, 10 de marzo de 2012


Reflexión dominical 11.03.12

DIEZ IMPEDIMENTOS PARA SER FELIZ

Cuando el mundo anda al revés
Muchas personas piensan que las leyes del Señor son un estorbo para encontrar la felicidad en este mundo.
Creen que actuando según su capricho y haciendo todo lo que les gusta serían las personas más felices.
Por supuesto que a éstos les estorban los diez mandamientos de la ley de Dios y lo dicen.
Me imagino cuánto les haría pensar a todos ellos si de repente leyéramos los mandamientos al revés y nos dedicáramos a cumplirlos a la letra.
Bastaría empezar por estos tres o cuatro:
- Maltrata a tu padre y a tu madre.
- Mata al que se te ponga delante y te moleste.
- Peca con las esposas de tus mejores amigos y viola a toda mujer que te guste.
- Roba todo lo que te parezca que será bueno para ti…
Con esto ¿te parece que el mundo sería muy feliz?
¿No es verdad que todos nos quejamos de que hay mucha corrupción (y lamentablemente es cierto)?
Y las cosas concretas de que nos quejamos ¿no son precisamente fruto de asesinatos, violaciones, robos, familias destruidas…?
La verdad es que los diez mandamientos que dejó el Señor a Moisés en el Sinaí y que Jesús explicó y llevó a una perfección mayor en el sermón de la montaña, no son impedimento sino más bien la defensa de la verdadera libertad, de la alegría y de la paz.
Lee la primera lectura de este domingo, profundízala y admira el amor de este Dios bueno que nos pide en los tres primeros mandamientos que sea Él el primero en nuestra vida. Si cumpliéramos estos tres primeros mandamientos, el hacer lo que piden los otros siete nos harían felices a todos.


Una predicación escandalosa
San Pablo predicaba.
Predicaba un evangelio de primera mano. Se lo dio Jesús mismo.
El resumen de su predicación era “Jesucristo muerto y resucitado”.
Predicaba con su vida y no sólo con la Palabra.
Pero se daba cuenta de que su anuncio era un escándalo para los judíos y los gentiles más cultos lo rechazaban como una necedad.
A Pablo no le importaba y seguía predicando:
Ese “Jesús es fuerza de Dios y es sabiduría de Dios”. Él nos salva.
Esto es lo que nosotros debemos proclamar también, si queremos salvarnos y que llegue la salvación a otras personas que no la tienen.
Jesús es el regalo de Dios para el mundo y Él nos trae la vida eterna de parte del Dios bueno que nos amó de una manera incomprensible al entregarnos a su Hijo único.

La casa de mi Padre
Si un día entraras en la casa de tus padres y te encontraras con puertas y ventanas rotas y toda llena de basura, ¿te sentirías muy feliz?
Algo parecido debió sentir Jesús cuando vio que el templo de Dios, lugar del culto en la historia de Israel, estaba lleno de vendedores de toda clase de animales, estiércol de los mismos, cambistas ofreciendo las monedas judías o romanas según el cliente…
Hoy San Juan nos dice que Jesucristo, “haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas.
A los que vendían palomas les explicó:
- Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”.
Como en todas las cosas, las actitudes frente a Jesús fueron muy diferentes.
Sus discípulos recordaron la Escritura y se admiraron:
“El celo de tu casa me devora”.
En cambio los dirigentes judíos le preguntaron, en plan beligerante, ¿qué signos nos muestras para obrar así?
La liturgia nos va acercando, poco a poco, a la pasión y muerte de Jesús y en el Evangelio de este día se nos da ya un dato sobre una de las acusaciones que le harán:
En efecto, Jesús, hablando de su propio cuerpo, dijo: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré”.
La respuesta, tergiversando las palabras del Señor, no se hizo esperar:
“Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?
El tiempo aclaró las cosas.
El Sanedrín encontró en este acto motivo para condenarlo y los apóstoles encontraron fortaleza en su fe porque “cuando resucitó de entre los muertos se acordaron de lo que había dicho y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús”.
Si amamos la casa de Dios donde escuchamos la explicación de sus leyes entenderemos mejor el salmo de hoy que nos dice: “la ley del Señor es perfecta y es descanso del alma”.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

domingo, 19 de febrero de 2012


REFLEXIÓN BÍBLICA DOMINICAL                         Oscar Montero Córdova   SDB
DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO
Año B (19 de febrero de 2012)



Los últimos relatos del evangelio han repetido con insistencia una actitud: acudir, ir, acercarse. El objeto de todos es verbos es una única persona: Jesús de Nazaret. Creo que esta debe ser la convicción de todos nosotros, el encuentro con Cristo. Como dice Aparecida, éste es “el inicio del cristianismo: un encuentro de fe con la persona de Jesús” (Aparecida, 243). Y así nos lo ha revelado Marcos: “Acudieron tantos, que ya no había lugar ni siquiera junto a la puerta” (Mc 2, 2). Un primer examen, sin duda, puede ser: ¿A quién busco? ¿A quién acudo constantemente en mi vida? ¿Es el encuentro con Jesús, buscado con fe, una necesidad y una característica de mi vida?

Pero, como decíamos, no se trata de cualquier búsqueda. A lo largo de la historia no han faltado los científicos, los antropólogos, los historiadores y hasta los aventureros que han ido tras los rastros del Galileo. Nosotros estamos invitados –como el paralítico- a esta misma travesía, pero una travesía movida únicamente por la fe y el amor a Jesucristo: Él tiene que ver nuestra fe (Cfr. Mc 2, 5).

Y en esta fe se dan siempre dos movimientos: Dios que se revela y el hombre que responde; Dios que se acerca y el hombre que sale al encuentro. En esta oportunidad, es Jesús quien está en casa (Cfr. Mc 2, 1).Y son los hombres y mujeres los que lo buscan en casa. Pero, ¿cuál es esta casa? Los obispos latinoamericanos, haciendo suya la consigna del papa Benedicto, han gritado con él: “¡La Iglesia es nuestra casa! ¡Esta es nuestra casa! ¡Quien acepta a Cristo: Camino, Verdad y Vida, en su totalidad, tiene garantizada la paz y la felicidad, en esta y en la otra vida!” (Aparecida, 246).
           
Sin embargo, la travesía de la fe no es una expedición solitaria. “Quien quiera creer tiene que poder decir tanto «yo» como «nosotros». (…) La fe de los otros me sostiene, así como el fuego de mi fe enciende y conforta a otros” (YouCat 24). Por eso, el paralítico de evangelio, incapaz de movilizarse hasta la casa por sí solo, es traído entre cuatro. Son sus amigos – hermanos en la fe- quienes lo ayudan a acercarse a Jesús (Cfr. Mc 2, 3-4). Esos amigos-hermanos le hicieron el mejor regalo de su vida: lograron que recibiera el perdón de sus pecados: “¡Hijo, tus pecados te son perdonados!” (Mc 2, 5)

A propósito de esto, nunca olvidaré el testimonio de fe de un joven de la Casa de Acogida de Lima. Fue hacia finales de 2009, un domingo durante la eucaristía de la noche, cuando William Veramendi me dijo:
- Hermano, ¿estás contento?
- Sí, le respondí, porque he visto que hoy se han confesado varios.
- (Tocándose orgullosamente el pecho) ¡Yo les invité para que se confesaran!

Esto es lo hermoso de seguir a Jesús. Invitar a otros a que se encuentren con Él, a que experimenten a Aquél que “se compadece de nosotros y nos da el don de su perdón misericordioso, que nos hace sentir que el amor es más fuerte que el pecado cometido.” (Aparecida 254).

Finalmente, considero que la exhortación paulina merece una breve pero no por eso discreta atención. Vivimos en tiempos de relativismo, de inconstancia, compromisos vacíos y débiles… “la modernidad líquida”, “el descompromiso y el arte de la huída”; dice el sociólogo polaco Bauman. Ante jóvenes y adultos que se corren de lo duradero, del sí a alguien de para siempre… la invitación de san Pablo es clara: “Dios es testigo de que nuestras palabras no son hoy «» y mañana «no». Como tampoco Jesucristo, el Hijo de Dios ha sido un sí y un no; en él todo ha sido sí.” (2Cor 1, 18-19). El mundo necesita profetas que digan un amén a la vida, a la fidelidad, al matrimonio, al sacerdocio, a la travesía de seguir a Cristo hasta el fin.