Este domingo el Señor nos enseña a dar en nuestro interior un nuevo paso
de madurez cristiana: ¡seguirle en serio! ¿Quiénes somos respecto a Él y en
relación a nuestros hermanos?
La vida no se detiene, los avatares políticos siguen los rumbos que los
hombres les imprimen y los derroteros que ellos emprenden con sus decisiones:
Juan es arrestado y Jesús se retira de su ejercicio preliminar y empieza un
camino nuevo. Se va a la orilla del lago y comienza a proclamar una verdad
hasta ahora no dicha: ¡El Reino de Dios está cerca! ¿Qué quiere decir?
Los hechos aclaran un poco, las palabras son contundentes: ¡¡¡Conviértanse!!!
No hay tiempo que perder. ¡Ya el bautista lo había anticipado! Pero Jesús no se
detiene en un lugar, es itinerante, va de pueblo en pueblo, cura, libera, habla
claro y seguro, con autoridad, atrae, pero no se deja atrapar por nada. Llama y
no espera a que nos decidamos, Él sigue adelante, te toca a ti decidir ya, no desprecia
ninguna oportunidad, pero no retrasa su paso: ¡solo se debe a una persona y es
a ella a la que hace constantemente referencia: su Padre, el que lo envió! Así
es Luz para todo el mundo.
“¡Vengan, los haré pescadores de hombres!” La invitación es precisa y
deberemos aprender, como lo hicieron los primeros. Solo se aprende siguiendo al
Maestro: ¡no hay otro modo, sólo Él es Él!
Dios también nos llama a cada uno de nosotros a través de su Hijo
Jesucristo. María es nuestra Madre auxiliadora y Maestra como lo fue para
nuestro padre, Don Bosco. Nos toca ser discípulos y dóciles oyentes del Maestro
como la Maestra. Don Bosco nos enseña ¡Su fiesta nos anime!
Unidos en oración con María, nuestra Madre y don Bosco, nuestro padre y
patrono:
P. José Mª Domènech SDB
Cristo, Luz de Vida Nueva, viene a nosotros y nos llama a
vivir en Él y compartirlo; eso pide conversión: ser solo de Él, sin otros intereses
que los suyos.
Is. 8, 23b-9, 3: En un primer tiempo, el Señor
humilló al país de Zabulón y... de Neftalí, pero en el futuro llenará de gloria
la ruta del mar..., el distrito de los paganos. El pueblo que caminaba en las
tinieblas ha visto una gran luz... Tú has multiplicado la alegría..., ellos se
regocijan en tu presencia, como se goza en la cosecha... Porque el yugo que
pesaba sobre él... lo has destrozado como el día de Madián.
Salmo 261.4.13-14: El Señor es mi
luz y mi salvación
1Cor. 1, 10-14.16-17: En
nombre de nuestro Señor Jesucristo, yo los exhorto a que se pongan de acuerdo:
no haya divisiones entre Uds. y vivan en perfecta armonía, teniendo una misma
manera de pensar y sentir... Me refiero a que cada uno afirma: «Yo soy de
Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Cefas, yo soy de Cristo» ¿Acaso Cristo está
dividido? ¿O es que Pablo fue crucificado por Uds.? ¿O será que Uds. fueron
bautizados en el nombre de Pablo?... Porque Cristo no me envió a bautizar, sino
a anunciar la Buena Noticia, y esto sin recurrir a la elocuencia humana, para
que la Cruz de Cristo no pierda su eficacia.
Mt. 4, 12-23: Cuando Jesús se enteró de que Juan
Bautista había sido arrestado, se retiró de Galilea. Y... se estableció en
Cafarnaúm, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que
se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías:... A partir de
ese momento Jesús comenzó a proclamar: «Conviértanse por que el Reino de los
Cielos está cerca.» Mientras caminaba a orillas del Mar de Galilea, Jesús vio a
dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a... Andrés, que echaban las redes al
mar, porque eran pescadores. ...les dijo: «Síganme, yo los haré pescadores de
hombres.» Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando
su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago,..., y a... Juan, que estaban
en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.
Inmediatamente ellos dejaron la barca y su padre, y lo siguieron. Jesús
recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas..., proclamando la Buena
Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias de la gente.
¿En qué
tinieblas nos encontramos, qué tinieblas nos amenazan? Por un
lado, nuestro mundo está sumamente
desconcertado; muchos ‘ídolos’ nos rodean: el ‘ansia’, de cosas, de poder
–pequeño o grande–, de placer, de prestigio, satisfacciones que no acabamos de dejar. Por otro, la crisis de
identidad y de misión que muchos creyentes vivimos: ¿Qué somos en medio
de tantas religiones? ¿Qué tenemos que hacer en esta sociedad? ¿Vale
la pena arriesgar la propia tranquilidad por mantenerse fiel a una Fe que
pide vida de testimonio público y claro, cuando casi ni nuestros hijos la
valoran y menos gran parte de nuestros amigos?
¡El pueblo que camina en
tinieblas ha visto una gran luz! ¿El Señor
es mi Luz y mi Salvación?
¡Es la vida
concreta la que debe hablar claro y alto, no tanto las palabras, que se las lleva el viento!
Nuestras Comunidades y nuestras familias, ¿viven en la Luz
de Cristo y como reflejo de ella? ¿Al
menos lo hacemos nosotros en ellas?
No
olvidemos que nuestro mundo lo formamos nosotros; no es una realidad que ‘sufrimos’.
¿Qué marca dejamos en él? Cristo Jesús
nos ha llamado –también a nosotros–
para que seamos pescadores de hombres.
En
nuestros ambientes, ¿“armamos lío” –como dice el Papa– siendo coherentes a nuestra Fe? ¿Se nota que somos
cristianos? O somos “normales”: somos como todos, hablamos como todos, pensamos como todos, sentimos como todos, tenemos los mismos intereses y criterios,
es decir, no ‘incomodamos’ a nadie.
La Luz,
Cristo, rasga también hoy las tinieblas, nos saca de la esclavitud, como en
otro tiempo a Israel.
Con el destierro, los
paganos tomaron
las tierras de Israel, sobre todo las del norte y no salieron más.
Los israelitas, al volver, aprendieron a convivir con ellos y ‘se adaptaron’: allí
empezó Jesús a predicar.
Es la Comunidad cristiana es la
que testifica, con su actitudes, que Cristo la va transformando a fondo.
La
Comunidad de Corinto da mal testimonio:
busca prestigio; ¡eso no cristiano: separa, divide, mata!
Dios no se cansa y confía en todos,
pero no suple nuestra responsabilidad.
Por eso Pablo debe hablar.
La verdad afrontada desde la Palabra y la
oración les ayudará a dejar
que Cristo sea el único centro.
Jesús nos pide, personalmente,
llamar a todos al Reino, desde los más necesitados –nadie excluido–.
La predicación de Jesús comienza
en la peor zona de Israel; no desea
que nadie pierda la posibilidad.
El Reino –Él– está cerca: ¡Conviértanse!
¡Nos toca a todos centrarnos en Él:
dejar lo que nos separe!
Llamados por Él,
para anunciar con Él. Es nuestra misión como bautizados, como
los apóstoles.
Pidamos a María fiarnos
de la gran confianza de Dios en nosotros: es su obra, ¡dejémosle
en libertad!