Felices Pascuas de Resurrección

Felices Pascuas de Resurrección

domingo, 8 de enero de 2012


CICLO B - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO I - BAUTISMO DEL SEÑOR
Por el Bautismos, aceptamos a Dios como Padre personal y vivir, siguiendo a Cristo Jesús, como hijos de Dios y servidores de los hermanos
Is. 55, 1-11:                "Vengan a tomar agua todos los sedientos…! Coman gratuitamente… tomen vino y leche. ¿Por qué gastan dinero en lo que no alimenta…? Háganme caso… y vengan a mí, escuchen bien y vivirán. Yo haré con Uds. una alianza eterna, obra de mi… amor a David… ¡Busquen al Señor mientras se deja encontrar…! Que el malvado abandone su camino… que vuelva al Señor y él tendrá compasión… que es generoso en perdonar. Porque los pensamientos de Uds. no son los míos… Como el cielo se alza por encima de la tierra, así sobre pasan mis caminos… a los de Uds. Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado, fecundado y hecho germinar la tierra, así sucede con la palabra que sale de mi boca… realiza todo lo que yo quiero…"
Salmo (Is. 12, 2-6):   "Sacarán agua con alegría de las fuentes de la Salvación".
1Jn. 5, 1-9:                  "El que cree que Jesús es el Cristo, ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha nacido de Él. La señal de que amamos a los hijos de Dios, es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos... y [éstos] no son una carga porque el que ha nacido de Dios vence al mundo... ¿Quién vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?... Jesucristo vino por el agua y por la sangre... Y el Espíritu da testimonio porque es el Espíritu de la Verdad... Si damos fe al testimonio de los hombres, con mayor razón tenemos que aceptar el de Dios...".
Mc. 1, 7-11:                "Juan Bautista predicaba diciendo: «Detrás de mí viene el que es más poderoso que yo… Yo los he bautizado a Uds. con agua, por él los bautizará con el Espíritu Santo» Jesús llegó desde Nazaret… y fue bautizado por Juan… Al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma y una voz desde el cielo dijo: «Tú eres mi Hijo muy querido…»"
Comenzamos el tiempo ordinario con la última celebración de la navidad: el bautismo de Jesús. Es la proclamación del hijo amado del Padre, al que debemos seguir y testificar como nuestro Salvador. El único modo digno de hacerlo es obedecer, como Él, al Padre; con Él, servir a los hermanos; en Él, ser dóciles al Espíritu, que nos lleva por caminos de la Santidad, y alimentarnos de Él, guiados por el mismo Espíritu que lo condujo a Él a la máxima exaltación.
Jesús entra en nuestra historia, con su abismo de necesidad y limitación dentro de su vocación de infinita grandeza, y la cambia por dentro: no se trata de conquistar, sino de aceptar; no se trata de esperar que las cosas lleguen, sino de ser dóciles al Señor que se nos llega y nos enriquece en la medida que nos abrimos a Él. No olvidemos jamás: ¡Dios no impone nada, espera!
Dios, en Cristo Jesús, baja al agua del Jordán y la santifica. Bajar es aceptar, respetar.
El agua simboliza en la Biblia el caos, el peligro, pero, por la fuerza del Espíritu de Dios, este mundo se convierte, para aquellos que, como Jesús, se ponen bajo la guía del Espíritu, en ambiente de santificación. No desaparece el caos ni el peligro, pero somos capaces de superarlo.
Dios nos alimenta con lo mejor: su propio Espíritu, que es fuente de Salvación y Vida Nueva
500 años atrás, Isaías pide, a un pueblo destruido, ir al Señor que siempre le alimentó con lo mejor y ¡gratis! Sólo debe volver, ser dócil, no dejarse engañar por otros alimentos falsos.
Creer a Dios es creer en Cristo, seguir su Palabra y construir con los hermanos la Comunidad
Por el bautismo somos hijos muy amados del Padre, socios de Jesús, dando, como Él, la vida para construir de un mundo de hermanos, más humano, en el que Dios sea el único Señor.
Es nuestra identidad y nuestra misión, lo demás es un engaño en el que no debemos caer.
En el bautismo Jesús “dice” su radical aceptación de la paternidad de Dios y su abandono a Él
El Padre presenta a Jesús, el Hijo muy amado. ¡Cuántos deseamos vivamente ser amados!
El Hijo “se mete en el agua” como acto de total justicia: para mí solo Dios es Dios.
El Bautista, con su vida, muestra el camino de grandeza y libertad: centrarnos en Jesús.
Pidamos a María sentirnos hijos muy amados del Padre y, con Jesús, vivir de este modo.

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