CICLO B - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO I - BAUTISMO DEL SEÑOR
Por el Bautismos, aceptamos a Dios como Padre personal y vivir, siguiendo
a Cristo Jesús, como hijos de Dios y servidores de los hermanos
Is. 55, 1-11: "Vengan a tomar agua todos
los sedientos…! Coman gratuitamente… tomen vino y leche. ¿Por qué gastan dinero
en lo que no alimenta…? Háganme caso… y vengan a mí, escuchen bien y vivirán.
Yo haré con Uds. una alianza eterna, obra de mi… amor a David… ¡Busquen al
Señor mientras se deja encontrar…! Que el malvado abandone su camino… que
vuelva al Señor y él tendrá compasión… que es generoso en perdonar. Porque los
pensamientos de Uds. no son los míos… Como el cielo se alza por encima de la
tierra, así sobre pasan mis caminos… a los de Uds. Así como la lluvia y la
nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado, fecundado y
hecho germinar la tierra, así sucede con la palabra que sale de mi boca…
realiza todo lo que yo quiero…"
Salmo
(Is. 12, 2-6): "Sacarán agua con
alegría de las fuentes de la Salvación".
1Jn. 5, 1-9: "El
que cree que Jesús es el Cristo, ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama
también al que ha nacido de Él. La señal de que amamos a los hijos de Dios, es
que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos... y [éstos] no son una carga
porque el que ha nacido de Dios vence al mundo... ¿Quién vence al mundo sino el
que cree que Jesús es el Hijo de Dios?... Jesucristo vino por el agua y por la
sangre... Y el Espíritu da testimonio porque es el Espíritu de la Verdad... Si
damos fe al testimonio de los hombres, con mayor razón tenemos que aceptar el
de Dios...".
Mc. 1, 7-11: "Juan
Bautista predicaba diciendo: «Detrás de mí viene el que es más poderoso que yo…
Yo los he bautizado a Uds. con agua, por él los bautizará con el Espíritu Santo»
Jesús llegó desde Nazaret… y fue bautizado por Juan… Al salir del agua, vio que
los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma
y una voz desde el cielo dijo: «Tú eres mi Hijo muy querido…»"
Comenzamos el tiempo ordinario con la última
celebración de la navidad: el bautismo de Jesús. Es la proclamación del hijo amado del Padre, al que debemos
seguir y testificar como nuestro Salvador. El único
modo digno de hacerlo es obedecer,
como Él, al Padre; con Él, servir
a los hermanos; en Él, ser dóciles
al Espíritu, que nos lleva por caminos
de la Santidad, y alimentarnos
de Él, guiados por el mismo Espíritu que lo
condujo a Él a la máxima exaltación.
Jesús entra en
nuestra historia, con su abismo
de necesidad y limitación dentro de su vocación de infinita grandeza,
y la
cambia por dentro: no se trata de
conquistar, sino de aceptar; no se trata
de esperar que las cosas lleguen, sino de ser dóciles al Señor que se
nos llega y nos enriquece en la medida que nos abrimos a Él. No olvidemos
jamás: ¡Dios no impone nada, espera!
Dios, en Cristo
Jesús, baja al agua del Jordán y la
santifica. Bajar es aceptar,
respetar.
El agua
simboliza en la Biblia el caos, el peligro, pero, por la fuerza del Espíritu de Dios, este mundo se convierte, para aquellos que, como Jesús, se ponen bajo
la guía del Espíritu, en ambiente
de santificación. No desaparece el
caos ni el peligro, pero somos capaces de superarlo.
Dios nos alimenta con lo mejor: su propio Espíritu, que es fuente de
Salvación y Vida Nueva
500 años atrás, Isaías pide, a un pueblo destruido, ir al Señor que siempre le alimentó con lo mejor y ¡gratis! Sólo debe volver, ser
dócil, no dejarse engañar por otros alimentos falsos.
Creer a Dios es creer en Cristo, seguir su Palabra y construir con los
hermanos la Comunidad
Por el bautismo
somos hijos muy amados del Padre, socios de Jesús, dando, como Él, la vida para construir de un mundo de hermanos, más humano, en el que Dios sea el único Señor.
Es nuestra
identidad y nuestra misión, lo
demás es un engaño en el
que no debemos caer.
En el bautismo Jesús “dice” su radical aceptación de la paternidad de
Dios y su abandono a Él
El Padre presenta a Jesús, el Hijo muy amado. ¡Cuántos deseamos vivamente ser amados!
El Hijo “se
mete en el agua” como acto de total justicia: para
mí solo Dios es Dios.
El Bautista, con
su vida, muestra el camino de
grandeza y libertad: centrarnos
en Jesús.
Pidamos a María sentirnos
hijos muy amados del Padre y, con
Jesús, vivir de este modo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario